El afán de los capitalistas de nuestro país por obtener a toda costa de manera inmediata ganancias o la recuperación al menor tiempo posible de sus inversiones, han convertido nuestra economía en un paraíso para éstos, en el que el gobierno tolera una serie de abusos que cometen contra la población y con lo cual, se ha venido desarticulando nuestros sectores económicos primario y secundario, orientando la dinámica económica nacional casi exclusivamente hacia el sector terciario, y todo esto en aras de la ganancia.
Nuestro país, por cuestiones culturales de carácter ancestral, ha sido una economía sustentada en la agricultura; pero esa razón no ha importado al miope mercantilismo liderado por los dueños del viciado sistema bancario que gobierna nuestro país, al que no le bastó borrar a base de centros comerciales y muchas comidas rápidas nuestra cultura agrícola y bosques cambiándolos por junglas de cemento sino que también nos lleva irremediablemente a desconocer la identidad nacional al anular aquellos símbolos de nuestra historia como lo es el Colón que fue sepultado por la invasión de dólares que ahora se ha tomado nuestra patria, porque paradójicamente aquellos que dicen llamarse nacionalistas, ahora van enterrando nuestra identidad con medidas económicas que buscan antes que nada la ganancia de unos pocos...
Ahora nos vemos inmersos en un sistema que ha roto la armonía que por orden natural tiene el hombre con el medio ambiente, sustituyéndola por un irracional e inhumano afán de ponerle un precio a todo aquello cuanto nos rodea que sirve de excusa para desterrar de la madre tierra a nuestros hermanos. Las políticas económicas impulsadas, además de marginar a la mayoría de la población ha desplazado nuestros cultivos tradicionales hasta casi invisibilizarlos de dichas políticas por parte del gobierno y negando los créditos a los productores de parte de la banca privada.
Nuestra olla de barro ha sido olvidada por el microondas, el trapiche sucumbe ante el “azúcar sintética”, nuestra chicha se olvida por una “pilsener”, nuestras leyendas ahora se diluyen en el tiempo empujadas por los superhéroes que no son nuestros, primero nuestro cacao y ahora nuestro colón por el dólar, nuestros jóvenes se avergüenzan de bailar el carbonero pero disfrutan el perreo y toda suerte de ritmos alienantes mientras se pierden consumiendo drogas y caen víctimas del libertinaje y de su propia irresponsabilidad, las comidas rápidas han hecho que nuestra cocina típica pulule al margen de nuestras ciudades, así como nuestra historia quiere ser borrada de nuestra mente a cambio de la ganancia...
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